El Arte de Crecer en Silencio.
“Sé reservado, vibra en soledad, crece en silencio”
He comenzado este año con esta frase que resuena profundamente en mí:
“Be private, vibe alone, grow in silence”.
Tal vez porque refleja una etapa de introspección, de mirar hacia adentro y valorar esos momentos en los que el ruido externo se apaga y quedo a solas conmigo misma. A menudo, me pregunto: ¿cómo transformar esta reflexión en algo tangible? La respuesta la encuentro siempre en mi arte y en el diseño, donde cada pincelada y cada elección cromática me invita a explorar más allá de lo evidente.
Virginia Woolf escribió: “Uno no puede pensar bien, amar bien, dormir bien, si no ha cenado bien”. Aunque la cita habla de necesidades básicas, siempre la he asociado con la importancia del hogar. Nuestro espacio personal es un refugio, un espejo de quienes somos y de lo que soñamos ser. Este año he profundizado en esa idea, trabajando para convertir cada rincón en algo más que funcional: un espacio que inspire, que cuente historias, que invite a crecer.
Este año, he logrado mucho más de lo que imaginé. He aprendido que crecer en silencio no es estancarse, sino permitir que las raíces se expandan bajo la superficie. He visto cómo las decoradoras con las que trabajo en mis formaciones han transformado ideas simples en espacios extraordinarios. A veces, una paleta de colores apagados o un juego de texturas en textiles puede comunicar más que cualquier palabra. Otras veces, un dibujo mío, nacido de la introspección, ha encontrado un lugar en sus casas, enmarcado como testigo silencioso de sus propias historias.
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En mi caso, las palabras “be private” son una declaración de principios.
“Vibe alone” no significa soledad, sino disfrutar de mi propia compañía. Como cuando dibujo, perdida en el movimiento fluido de mi lápiz, permitiendo que las ideas fluyan sin juzgarlas.
Termino esta reflexión pensando en cómo cada uno de nosotros tiene la oportunidad de construir un hogar no solo con paredes, muebles y diseño, sino con experiencias, con lo que decidimos permitir y con lo que elegimos dejar fuera. Este año, mi hogar ha sido mi templo, mi lienzo y mi refugio. Y a quienes me leen, les invito a hacer lo mismo: vibren en soledad, cultiven sus raíces en silencio, y permitan que el arte, sea en sus espacios o en sus vidas les recuerde lo extraordinario que es estar vivos.
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