Febrero. El lenguaje de mi piel



Jeanette Winterson escribió: “Cuando perdemos a alguien que amamos, debemos aprender a vivir con el amor en su ausencia.” 
Y eso hago. Pinto la piel
 porque es mi forma de sostener el amor que quedó flotando, 
mi forma de perpetuar lo que ella (mi madre) me enseñó: que el tacto es lo que nos hace humanos.
Hoy, mi piel es más fuerte.
 No porque no haya sentido el dolor, sino porque lo he sentido en toda su magnitud y he decidido no dejar que me defina. 
Lo llevo conmigo, como una obra inacabada que sigue evolucionando.
 porque lo he convertido en un recordatorio constante de que todo lo que tocamos puede transformarse.
 “El mundo rompe a todos,” escribió Hemingway, “y después, muchos son fuertes en los lugares rotos.”
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“Piel de ángel” Mixed Media de la artista Luisa María Benito

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Color Piel

Resiliencia en cada trazo

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Hay días en los que mi piel parece un mapa en relieve. 
Cada poro, cada matiz, cada sombra dibuja un trayecto que he recorrido. 
A veces me detengo a mirarme, como si fuera un lienzo que no termina de secarse, como si en cada trazo quedara atrapado un eco de lo vivido. 
La piel, la nuestra, guarda todo: el amor y el abandono, las noches largas y las cicatrices que no necesitan bisturí.La resiliencia no es solo un acto de fortaleza; es un arte. 

Es el acto de transformar el dolor en algo bello, de tomar lo que parecía irreversible y darle un nuevo sentido. Como el diseño de un espacio o el trazo de un dibujo, la resiliencia se construye capa por capa, combinando elementos que parecen dispares, hasta que el conjunto cobra vida.
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“Corazón te sales” obra de Luisa María Benito

Dicen que las mujeres tenemos un vínculo único con el dolor.
 Nos atraviesa de formas silenciosas, se acomoda bajo la piel, en rincones donde apenas lo notamos, hasta que un día algo lo despierta. 
Una palabra, un recuerdo, el roce de un color que no se siente propio. 
Y ahí estamos: reconstruyendo, aprendiendo a renacer de lo que parecía haber muerto.
Mi determinación tiene color, textura y forma. Se parece al color piel que tanto uso en mis trazos: ese tono cálido, universal, que no tiene una sola definición. 
Es el color del tacto, el de las caricias que alguna vez me dieron refugio y que ahora se han convertido en memoria. 
Es el color del vínculo humano, de lo que trasciende. En decoración, como en la vida, es el tono que une, que armoniza, que da calidez sin pedir permiso.
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Perder a mi madre fue perder una parte de mi misma

¿Cómo se sigue viviendo sin esas caricias que eran mi refugio vital? 
Su ausencia me hizo entender que la piel, incluso rota, sigue siendo el lugar donde se guardan los abrazos, las despedidas sin matices. 
“Lo que embellece al desierto,” decía Saint-Exupéry, “es que esconde un pozo en algún lugar.”
Mi pozo estaba en mi sensibilidad, en mi capacidad de percibir el dolor y darle forma a través del arte.
Algunos ejemplos os voy mostrando por aquí.
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“Die” -Muerte- Mix digital sobre papel de Luisa María Benito
Cuando dibujo, pienso en la piel como un idioma.
 Los colores que elijo no son solo tonos, son narrativas. 
Porque la piel no es un solo color, es un espectro infinito.
 El beige puede ser una caricia. El marrón, la fuerza. El dorado, un atardecer que nos recuerda que incluso el día más oscuro termina. 
La piel es cambiante, como nosotras, como nuestras historias.
Utilizo el color piel porque es el color del tacto, del roce, del contacto humano, de la lucha, el color del amor que no se puede borrar. 
La piel es memoria viva.
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Dibujo a lápiz y acrílico sobre papel Luisa María Benito/ Art

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El diseño, la decoración y el arte también tienen esa cualidad resiliente. 

Una habitación vacía, como un corazón herido, puede renacer con los colores adecuados, con texturas que invitan al tacto y objetos que cuentan historias. 

El color piel es mi respuesta creativa a esa pérdida. 
Es el color del hogar, del contacto humano, de la delicadeza que nunca debe confundirse con fragilidad.
Pinto y diseño porque en cada trazo y cada elección veo la posibilidad de sanar, de reconstruir. 
La piel no solo es nuestro límite; también es nuestro puente hacia los demás.
 Es la forma en la que nos tocamos, nos reconocemos y nos recordamos.
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Y nada mas espero que las palabras de este mes de febrero 
os hayan inspirado un poco.
Así como mis dibujos y las fotos que muestro.
Como siempre
XX Con Cariño XX


 

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